Leonidas Trujillo Molina fue un dictador, reconocido por protagonizar una de las tiranías más sangrientas y represivas de Latinoamérica.
Trujillo ejerció hasta su muerte un poder dictatorial, si bien durante los años 1938-42 y 1952-61 se sirvió de intermediarios de su confianza para ocupar los principales puestos políticos (como su propio hermano, Héctor Bienvenido, al que situó como presidente de la República y primer ministro en 1952).
La dictadura de Trujillo se apoyó en el ejército y la policía, reprimiendo brutalmente a la oposición. El nepotismo y la corrupción enriquecieron, en detrimento de la mayoría del país, a una estrecha oligarquía encabezada por el propio clan de los Trujillo, que se hizo con negocios como el monopolio del tabaco.
En su delirio de grandeza, Rafael Leónidas Trujillo llegó a cambiar el nombre de la capital dominicana, rebautizándola Ciudad Trujillo; construyó faraónicas obras públicas para perpetuar su memoria; y lanzó a su ejército a operaciones de intervención en otros países del Caribe. Ante tales excesos, los Estados Unidos dejaron de apoyarle y promovieron un golpe de Estado militar, en el que murió asesinado el dictador.
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