De todas las colonias francesas en
el Caribe, Saint Domingue era la más rica. Se le ha considerado por algunos
historiadores como la colonia más rica que jamás haya existido. Pero todo esto
fue a costa de la dura y brutal esclavitud que fue implementada en esta
colonia.
Entre los esclavos que habían en Saint
Domingue existía una división fundamental que era: los esclavos domésticos los
cuales eran asignados a las tareas personales de la gran casa del amo, así como
a tareas de carácter administrativo, de atención a los establos, de mantenimiento
de los edificios de la plantación, artesanos de todas clases, o trabajadores
especializados en los trapiches y en los ingenios.
Por otro lado, se encontraban los
esclavos de campo que tenían que blandir el machete en contra de las
cañas, deshojarlas, cargarlas en las carretas y seguir cortando. De los
quinientos mil esclavos que habían en la colonia francesa cuatrocientos mil eran de
campo. Estos eran más decididos y rebeldes que los domésticos e iban a constituir la gran masa de combate al momento de la revolución.
Sus expectativas de vida eran muy
cortas y pocos llegaban a los treinta años. Eran expuestos a trabajar largas
jornadas inhumanas y eran mantenidos bajo condiciones deplorables.
Los amos blancos veían al esclavo
como un objeto el cual se le debía extraer la mayor cantidad de trabajo en el
tiempo más corto y al costo más bajo posible para así poder cuidar de su
propiedad y hacerla durar por muchos años.
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