La
industria azucarera hasta los años setenta representaba el sector con mayor
auge dentro de la economía de la República Dominicana gracias a su importante
aporte en el PIB, las exportaciones y en la generación de empleos. En un análisis
de la economía del CEPAL se señala que en 1976: “la actividad azucarera ocupaba
aproximadamente el 12% de la superficie cultivada total, generaba el 40% de los
ingresos de exportación, el 75% de los impuestos a las exportaciones y cerca
del 20% de los ingresos fiscales del Gobierno Central.”
Pero, esto
cambió a partir del comienzo de los ochentas. El precio internacional del azúcar
había disminuido de 18.9 centavos de dólar por libra, que mantenía a principios
de los ochentas a sólo alcanzar 4.09
centavos de dólar por libra ya para el año 1985. Esta situación se debió,
fundamentalmente, a la competencia del azúcar de remolacha europea, subsidiada.
También, los
problemas de carácter gerencial en el sector estatal que, por incapacidad o
negligencia, además de la corrupción, como telón de fondo, produjeron como
consecuencia el abandono progresivo de las prácticas culturales en los
cañaverales, manejo inadecuado, desatención de las prácticas de riego y
drenaje, el incumplimiento de pago por caña, entre otros, creando dentro de la
crisis general del sector, su propia crisis particular.
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