Tuesday, May 29, 2018

Un re-encuentro YANOMAMI

A mediados de los años 70, Kenneth Good, un antropólogo norteamericano viajó a lo más profrundo de la selva amazonica, en la parte de Venezuela, a orillas del río Orinoco para hacer un estudio de la tribu Yanomami, conocida por ser la última sociedad tradicional antigua que existe en la actualidad. 

Durante su estadía, Good creó una conexión única con aquella cultura, experimentó la escencia de la humanidad. Le agradó tanto aquel ambiente que decidió vivir con los Yanomami por un período de 12 años, y en ese tiempo se enamoró de una mujer, cuyo nombre es Yarima.

A pesar de ambos provenir de culturas totalmente diferentes, fomentaron una relación llena de amor y felicidad, se casaron y formaron una familia Americana-Yanomami, con residencia en Estados Unidos. Kenneth y Yarima tuvieron 3 hijos y  fomentaron en ellos la enseñanza de ambas culturas y ambos lenguajes.

Por más que Yarima intentó adaptarse a la vida americana, nunca pudo superar a su familia amazonica, y en uno de los viajes a Hasupuwateri, Yarima tomó la desición más grande y fuerte: quedarse en la selva, separarse de su esposo y sus hijos, no saber si algún día volvería a verlos.

Su hijo más grande, David Good, tenía apenas 5 años cuando pasó y duró muchos muchos años cuestionandose cosas como: ¿por qué nos dejó?, ¿estará viva?, ¿pensará en mi y mis hermanos?... Y es por esto, que, 19 años después, David, con 24 años y graduado de ciencias en biología,se encuentra listo para volver a ver a su madre, y hace conexión con todas las personas que debe hacerlo para realizar así el viaje hasta la selva amazonica en Venezuela y poder reencontrarse con Yarima, su madre.              

David cuenta que estaba muy nervioso a la hora de su llegada a la aldea, pero solo bastaron un par de minutos para que se acomodara, pues un grupo Yanomami se reunió para cuestionarle, estaban curiosos, y el también lo estaba, dice que mientras se comunicaba con ellos sintió una profunda conexión con ellos, que en sus ojos notaba que lo veían como uno de ellos, un Yanomami. Y así sin más, llegó el gran momento, después de 19 años se reunió con su madre. David expresa que en ese momento se le olvidó que ella lo había abandonado, pisó y borró el pasado, porque no había nada más importante que el hecho de que por fin estaban juntos otra vez.

No importa la distancia, no importa el que sean de dos mundos, que sean de dos culturas totalmente diferentes, no hay nada que pueda separar el lazo, la conexión que hay entre una madre y su hijo.

Aquí una foto de Yarima y David en su reencuentro: 

   

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